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La incógnita marroquí: ¿dónde está la ex mujer de Mohamed VI?

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El rey Mohamed VI acudió en julio a un acto oficial en Tetuán. De su ex mujer, ni palabra FADEL SENNA/AFP

Nadie sabe dónde está Lalla Salma, la ex mujer del rey de Marruecos, Mohamed VI. Una periodista dice que la ha visto en Italia. Ningún medio lo ha corroborado. Mientras tanto, Aznar pasea por Marbella móvil en ristre

No es del todo cierto que una imagen valga más de mil palabras. Seguramente vale del millón para arriba. Los periodistas solemos enrollarnos como persianas a la hora de escribir, pero si no acompañamos lo escrito con una foto, mal asunto. Ya lo dice el aforismo: lo que no se fotografía, no existe.

De eso quería hablar precisamente. De lo que no existe. Desde que dejé a la Reina LZ aparcada en un pantalán del Náutico he intentado recuperar a otra reina de la que no sabemos nada desde que su marido la divorció. Digo que la divorció porque el marido en cuestión es el líder religioso de los sunníes y tiene poder para eso y más. Me refiero a Mohamed VI, hijo de Hassan II y nieto de Mohamed V.

Mohamed VI se casó con Lalla Salma en 2002 y anunció su divorcio de ella pocos días antes de que se celebrara el decimosexto aniversario de boda. Dicen que fue la crónica de un divorcio anunciado. No me extraña. Un mes antes, el rey Mohamed, que es hombre de salud delicada, fue operado en París de una arritmia cardíaca y al día siguiente, para dar cuenta del éxito de los cirujanos, se fotografió en el lecho junto a sus dos hijos Mulay Hassan, el heredero, y la princesa Lalla Khadija, así como de sus hermanos Mulay Rachid y las princesas, Lalla Hasna, Lalla Meriam y Lalla Asma. Sin embargo, con ellos no estaba la esposa, Lalla Salma, y esa ausencia era muy elocuente. El divorcio estaba cantado.

Era la primera vez que un rey de Marruecos se divorciaba, y además lo hacía público. La madre y la abuela del Mohamed VI siempre habían permanecido a la sombra, lejos de los objetivos fotográficos. Nada se sabía de sus vidas. Con el rey Mohamed VI y Lalla Salma no fue así. Sus esponsales se celebraron a la vista de todos y su vida transcurrió con naturalidad. Lo que más llamaba la atención eran las frecuentes escapadas del rey a París sin la compañía de su esposa.

De Lalla Salma, licenciada en ingeniería, se decía que era una mujer progresista e interesante. Salía con amigas, vestía ropa occidental y tenía su propia agenda. A muchos actos acudía con su esposo (eso sí: un paso por detrás). Era una reina que brillaba con luz propia por su inteligencia y su hermosa cabellera.

La princesa Lalla Salma es una incógnita. Unos creen que veranea en Portofino, otros la sitúan en palacio

Desde que me marché de Mallorca y aparqué a la otra reina (la nuestra, a la que llamaremos la reina que siempre se salía con la suya), no paro de pensar en Lalla Salma. Hasta sueño con ella. Hace unos días, Vanitatis daba la noticia de que Meriam Said, una periodista marroquí, se había cruzado en Portofino con Lalla Salma, que iba con sus dos hijos. La ex esposa del rey Mohamed VI y la periodista televisiva se reconocieron y saludaron. No hubo más, apenas una sonrisa amable que a la joven reportera le sirvió para corroborar que en efecto era ella: la princesa.

Temerosos de que pudiera tratarse de un fake, los periódicos marroquíes no han dado la noticia y se han mantenido en silencio. También la calle ha mostrado cierto escepticismo. Sólo los confidenciales de Internet se han empleado a fondo. Y es que el sensacionalismo no pierde ocasión de lanzar cohetes.

Meriam Said apenas se ha defendido. En esta profesión todos sabemos que, de ser cierto el encuentro, la periodista no habría desaprovechado la oportunidad de hacerle una foto a la princesa para demostrar que existe y no está lejos.

El paradero de Lalla Salma es una preocupación para los periodistas occidentales desde que se anunció el divorcio. «En Marruecos, muchos creemos que está en palacio, sin salir pero rodeada de privilegios», comenta M.B., alguien del entorno periodístico. «El rey pudo ordenar su deportación, pero no había necesidad. Los marroquíes jamás hemos conocido a las esposas de los anteriores reyes, por eso no nos sorprende. Estamos acostumbrados».

Y de Marruecos al festival de Mérida, subrayado por tres hechos: Uno) el calor ha estado a punto de reventar las piedras del Coliseo. Dos) Lolita (Flores) dejó al público boquiabierto con su interpretación desmadrada y total de una la reina enamorada de su hijastro. Rosana Torres, que sabe de teatro como si lo hubiera inventado, me había dicho a propósito de Lolita: «Es una gran actriz, y más grande será si no se dispersa con el cine, el flamenquito y tantas otras cosas. Debería seguir los pasos de Nuria Espert. Ella también empezó dispersándose, hasta que se puso las pilas y ahí la tienes».

Mañana se estrena Las amazonas, dirigida por Magüi Mira y basada en Pentesilea, del alemán Von Kleist. Con Silvia Abascal en el papel de Pentesilea, Loles León en el de sacerdotisa, Olivia Molina en el de princesa guerrera y Xabi Murúa en el de Aquiles. Amores reñidos y trajes fabulosos firmados por Caprile.

Y de Mérida a Marbella. Ahí Aznar ha interpretado el papel de hormiga atómica. Había que verlo en el photocall de la gala contra el cáncer, estirando el cuerpecín para que Beatriz de Orleáns no le sacara la cabeza.

El ex presidente pasea por la playa con el móvil pegado a la oreja, seguido a corta distancia por un escolta. Lleva la arrogancia a la altura de las pistolas. Debería hacérselo mirar.