En 1792, Francisco de Goya se puso muy enfermo. Fue el comienzo de una larga enfermedad de la que legendario pintor español nunca se recuperó del todo. Se cree que Goya se intoxicó con plomo, pero una nueva teoría apunta a una dolencia mucho más rara que pudo haber influido en su obra.
La enfermedad de Goya no solo le dejó sordo, sino que cambió su estado de ánimo y supuso el comienzo de una serie de obras más oscuras y satíricas. El Aquelarre, por ejemplo, data de 1797. La serie de grabados conocidos como Los Caprichos data de 1799. Le siguen otras como una serie de oleos con escenas de marcado corte violento como Bandidos fusilando a sus prisioneras (o Asalto de bandidos I), Bandido desnudando a una mujer (Asalto de bandidos II), Bandido asesinando a una mujer (Asalto de bandidos III), Caníbales preparando a sus víctimas y Caníbales contemplando restos humanos (abajo).
En un dicurso de 1792 donde expresa sus ideas respecto a la creación artística, Goya ya explicaba que el arte debía tener más libertad y alejarse del neoclasicismo vigente. En otras palabras, sus elecciones de temas no se pueden atribuir solo a una enfermedad, pero es interesante tratar de discernir cómo influyó la dolencia en sus pinturas.
La versión más aceptada asegura que Goya sufría de Saturnismo, una intoxicación crónica producida por el alto contenido en plomo de los pigmentos que utilizaba. Caravaggio también sufrió de esta enfermedad. Sin embargo, la doctora Ronna Hertzano, de la Universidad de Maryland, no cree que Goya padeciera de envenenamiento por plomo. El saturnismo puede producir un cólico como el que le diagnosticaron al pintor y sordera, pero no encaja con su recuperación. Los síntomas de intoxicación por plomo, a menos que se traten debidamente, no desaparecen, y Goya se recuperó de los suyos.
La enfermedad del pintor comenzó con un cólico, pero también le produjo intensas cefaleas, dificultades en la visión, mareos y problemas de equilibrio. Durante su convalecencia, Goya sufrió frecuentes alucinaciones y episodios de parálisis.
Determinadas infecciones como la sífilis o la meningitis pueden producir estos síntomas, pero son mortales si no se tratan, y en aquella época no había antibióticos. La hipótesis de la doctora Hertzano, publicada en una reciente conferencia sobre patología clínica histórica, es que Goya padecía un raro trastorno autoinmune llamado síndrome de Susac.
El síndrome de Susac está causado por una microangiopatía que afecta a las pequeñas arterias de encéfalo, retina y cóclea. Cursa con encefalopatía, dificultades en la visión y sordera. En sus comienzos provoca un molesto zumbido o tinitus en el oído, algo de lo que Goya se quejaba con frecuencia. También provoca síntomas psiquiátricos como paranoia y alucinaciones, y los casos más graves cursan con parálisis. Su cuadro de síntomas es tan raro que a menudo se confunde con otras dolencias.
En la actualidad, y si se detecta a tiempo, remite con corticoesteroides, pero Goya no tuvo tanta suerte. La enfermedad no es mortal y remite por si sola, pero tarda entre uno y cinco años en hacerlo y deja secuelas como la pérdida de audición. Quizá las alucinantes y geniales pinturas de Goya no surgieron solamente de su imaginación después de todo. [vía New Scientist]