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Cómo se prueba la resistencia de las alas en aviones comerciales

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En la actualidad todas las aeronaves comerciales modernas pasan, desde el mismo proceso de su planificación y creación, por toda una batería de tests destinados a hacer que sean lo más seguros posible. Las alas de los mismos no son una excepción y sufren una serie de pruebas a cada cual más impresionante.

Para ello, y durante la construcción del avión, se construyen varios modelos que pasan por diversas torturas y tras las que se mide y evalúa el rendimiento. La mayoría de aeronaves modernas pueden aguantar situaciones que van mucho, mucho más allá de cualquier situación excepcional que se pueda producir en el aire. Por ejemplo, la presurización a la que se sometió al Airbus 350 durante sus pruebas es la equivalente a la que hubiese sufrido de haber ido al espacio.

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En el caso de las alas, se les aplica un peso equivalente a 2500 toneladas y en la mayoría de casos pueden aguantar ángulos de 45-50º sin problema. Las alas de un 787 Dreamliner pueden moverse hasta 8 metros desde su posición de reposo. Otras pruebas incluyen congelar el cuerpo del avión hasta que llegue a los -42 grados Celsius, someterlos a temperaturas igual de altas, hacerlos volar con la carga repartida de manera muy poco uniforme (con mucho peso en la cola, por ejemplo) y llevarlos súbitamente desde la mínima velocidad de vuelo posible a la más alta.

Aunque todos esos protocolos de seguridad están ahí para intentar que la seguridad final del avión sea máxima, la realidad es que cada vuelo supone una prueba de estrés en sí misma y en ocasiones es imposible predecir los problemas que puedan aparecer. Por eso las aerolíneas someten a toda las naves a revisiones continuas y exhaustivas. En el caso del Airbus A380, por ejemplo, aparecieron posteriormente una serie de grietas en las alas que, evidentemente, no se mostraron en los tests.

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Algunos otros datos interesantes:

  • El límite legal es que las alas aguanten en una proporción de 1:5, en la realidad lo hacen hasta 1.5000001.
  • Se intenta despegar varias veces de la peor manera posible, aposta, para calcular los límites de maniobrabilidad durante el mismo.
  • El rango de temperaturas en las pruebas normalmente va desde los 40-50º C hasta los -40-50ºC.
  • En las pruebas se inundan las pistas de aterrizaje con toneladas de agua para simular un aterrizaje en la peor de las condiciones.
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Así que la siguiente vez que, por suerte o por desgracia, te toque volar en medio de una turbulencia y veas las alas doblarse peligrosamente tranquilo, están diseñadas para aguantar mucho más que eso.

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