Por @Wicho — 18 de Abril de 2024

La NASA acaba de anunciar que ha dado el visto bueno para seguir adelante con el desarrollo del dron Dragonfly con el objetivo de lanzarlo rumbo a a Titán en julio de 2028… O al menos para intentarlo.

Dragonfly es, para mí, una de las misiones más asombrosas e ilusionantes de los últimos años. Aprobada a mediados de 2019 su objetivo es enviar un «dron» a estudiar Titán, una de las lunas de Saturno. Sí, vamos a enviar un dron a Titán. Casi nada.

Pero no será la primera nave que aterrice en Titán. Ese puesto le corresponde para siempre a Huygens, una sonda de la Agencia Espacial Europea (ESA) que se posó en ella el 14 de enero de 2005.


Impresión artística de Huygens sobre la superficie de Titán – ESA

Por todo lo que sabemos esta luna de Saturno se parece mucho ahora mismo a la Tierra primigenia. Y dado que no sabemos cómo en la tierra pasamos de química a biología, un proceso que podría estar teniendo lugar en Titán ahora, estudiar las condiciones actuales de Titán nos podría llevar a entender mejor el origen de la vida.

Originalmente tenía que haber estado listo para su lanzamiento en 2026 para llegar a su objetivo en 2034. Pero la falta de financiación –no sólo de Dragonfly sino de la NASA en general– ha ralentizado el proceso. Aunque también ha ayudado que su coste estimado ha ido creciendo, de unos 1.100 millones de dólares hasta los aproximadamente 3.500. Así que hace ya algún tiempo que se sabía que 2024 era un objetivo inalcanzable para el lanzamiento.

Pero la buena noticia es que, tras revisar la financiación disponible y, sobre todo, el nivel de madurez técnico de la misión, la NASA sigue viéndola viable, aunque para un lanzamiento en 2028. Lo que, afortunadamente, no afectará a su fecha de llegada, aún prevista para 2034.

Dragonfly es un octocóptero que durante el día en Titán –que dura ocho días terrestres– volará de un sitio a otro, o que incluso permanecerá en vuelo estático para tomar medidas con sus instrumentos y hacer observaciones con sus cámaras.


Impresión artística de Dragonfly sobre la superficie de Titán – NASA/Johns Hopkins APL/Steve Gribben

En la ilustración se pueden apreciar el generador térmico de radioisótopos, que es el cilindro que sale de su parte trasera; la antena de alta ganancia (velocidad) para el contacto con el control de la misión, que es el disco que hay en la parte superior; los rotores, fabricados en aluminio con el borde de ataque en titanio; y algunas de las aperturas para los sensores, en el morro, que incluyen un lidar (radar láser) y cámaras de navegación para identificar terreno llano para los aterrizajes.

Gracias al generador termoeléctrico de radioisótopos, similar al de Perseverance, al que le da igual que sea de día o de noche, podrá seguir operando también durante la noche para analizar las muestras tomadas con los taladros que llevará en las patas frontales de los patines y llevar a cabo estudios sismológicos, monitorizar las condiciones meteorológicas, y obtener imágenes microscópicas locales usando iluminación LED.

A estas alturas el equipo de la misión ha realizado importantes avances técnicos en el diseño de Dragonfly. Entre ellos: una serie de pruebas de los sistemas de guiado, navegación y control en los desiertos de California en una zona similar a las dunas de Titán; múltiples pruebas de los sistemas de vuelo en los túneles de viento del Centro de Investigación Langley de la NASA; y del funcionamiento en la nueva Cámara Titán del Laboratorio de física aplicada de la Universidad Johns Hopkins de un modelo a escala real con los mismos instrumentos que irán a Titán, sometido a las mismas condiciones de temperatura y presión atmosférica que tendrá que soportar.

Son precisamente estos avances los que han convencido a la NASA de la solidez de la misión y de que merece la pena seguir adelante con ella. Y por ello ha autorizado la fabricación de la unidad de vuelo de Dragonfly.

El Laboratorio de física aplicada (APL) de la Universidad Johns Hopkins, que está gestionando la misión para la NASA, está en Twitter como @JHUAPL. La misión, como tal, no tiene, o al menos no todavía, cuenta.

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Por @Wicho — 17 de Abril de 2024


Ingenuity a la derecha de la imagen sobre las dunas en las que quedará para siempre y el aspa rota de su rotor a la izquierda del centro de la imagen – NASA/JPL-Caltech/LANL/CNES/CNRS

El pasado 25 de enero la NASA daba por terminada la misión del helicóptero Ingenuity en Marte tras un vuelo en el que al menos una de sus aspas resultó dañada. Pero según acaban de contar el pequeño helicóptero aún tiene trabajo, y para muchos años: actuará como una especie de estación meteorológica y de recogida de datos en la superficie de Marte. Pero serán datos para un eventual uso futuro.

Para el futuro porque la radio de Ingenuity no tiene potencia para comunicarse con el control de la misión, tan siquiera utilizando las sondas que hay en órbita alrededor de Marte que pueden actuar como relé de comunicaciones. Así que no podrá enviarlos a ningún sitio. De hecho era el rover Perseverance el que hacía de relé de comunicaciones para él. Pero al irse alejando para continuar con su misión ya no podrá hacer tal cosa. Su última sesión de comunicaciones con Ingenuity tuvo lugar ayer, 16 de abril de 2024.


La sombra de un aspa rota que marca el fin de una impresionante misión – NASA/JPL-Caltech

Pero como salvo el rotor dañado todo funciona todavía a bordo de Ingenuity el plan a partir de ahora es que se despierte una vez al día. Y así aprovechará para medir el funcionamiento de su panel solar, baterías y equipos electrónicos. Además, tomará imágenes de la superficie con su cámara en color y recogerá la temperatura de varios sensores que monta.

Todos esos datos quedarán grabados en su memoria, que aunque se quede sin electricidad no pierde los contenidos. El equipo de la misión calcula que si nada falla Ingenuity tiene memoria como para almacenar veinte años de datos diarios antes de que se llene.

La idea es que en un futuro alguien o algo pueda ir junto a Ingenuity –a lo Mark Watney– y recoger todos esos datos. Aunque probablemente no sucederá tal cosa. Pero como a la NASA no le cuesta nada dejar a Ingenuity en funcionamiento sobre Marte mientras dure tiene una cierta lógica que lo hayan programado para ello.

Y más allá de toda lógica nuestro corazoncito geek se alegra enormemente. Aunque nunca más volvamos a saber de él. Al menos no en nuestras vidas.

Además no hay que olvidar que Ingenuity era una demostración tecnológica para ver si éramos capaces de hacer volar una máquina más pesada que el aire en la tenue atmósfera marciana, 100 veces menos densa que la terrestre. Para ello tenía que hacer cinco vuelos en 30 días… Y al final ha hecho 72 vuelos en casi tres años, acumulando algo más de dos horas y ocho minutos en el aire. Así que se merece todo y más.

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Por @Wicho — 17 de Abril de 2024

El avión demostrador supersónico XB-1 de Boom Supersonic ya tiene permiso para hacer vuelos supersónicos. Es la primera vez que la Administración Federal de Aviación (FAA) de los Estados Unidos autoriza pruebas supersónicas para un avión civil.

El XB-1 hacía su primer vuelo el pasado 23 de marzo, así que aún falta para que intenten volar a más velocidad que la del sonido, pues la idea es ir haciendo sucesivos vuelos en los que cada vez se le pida más al avión.

Los vuelos de prueba del XB-1 seguirán realizándose en el Complejo de pruebas R-2508, situado en la Base de la Fuerza Aérea de Edwards. Pero cuando toque volar supersónico utilizarán el Corredor Supersónico de Black Mountain y parte del Corredor Supersónico de Gran Altitud dentro del espacio aéreo R-2515, que con anterioridad se ha utilizado para investigaciones y operaciones aeronáuticas supersónicas militares.

Los datos que se obtengan serán utilizados en el desarrollo de Overture, el avión supersónico comercial de Boom Supersonic. Overture transportará entre 64 y 80 pasajeros a Mach 1,7, casi dos veces la velocidad del sonido y aproximadamente el doble de la de la de los aviones comerciales actuales.


impresión artística del Overture en vuelo – Boom Supersonic

Del que todavía seguimos esperando noticias es del X-59 QueSST, el avión supersónico «silencioso» de la NASA que busca demostrar tecnologías que permitan el vuelo supersónico relativamente silencioso. Iba a haber volado en 2023 pero hace ya meses que sabemos que no será hasta este año cuando levante el vuelo.

Boom Supersonic está en Twitter como @boomaero.

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Por @Wicho — 13 de Abril de 2024

Vista elevada de una planta de Boeing en la que se ven las tres secciones del fuselaje de un Boeing 787-10 listas para su ensamblado
Las tres secciones del fuselaje de un Boeing 787-10 listas para su ensamblado – Boeing

Sam Salehpour, un ingeniero que lleva más de una década trabajando para y en Boeing, ha decidido hacer pública esta semana su preocupación por cómo son ensamblados los fuselajes de los 787 y los 777. Según él los procedimientos utilizados podrían provocar su fallo estructural incluso, y especialmente, en pleno vuelo.

Ha tomado esta decisión después de que, siempre según él, en la empresa le hayan ignorado, ninguneado, amenazado con violencia física, trasladado del 787 al 777, e incluso amenazado con el despido.

Según el señor Salephour en el caso del 787 el problema está en que Boeing usa más fuerza de la estipulada en las especificaciones oficiales del proceso para unir los distintos segmentos del fuselaje. Esto hace que algunas de las partes en las que las distintas piezas del fuselaje no encajan a la perfección queden disimuladas, con lo que la empresa se ahorra rellenar esos huecos y por ello tiempo y dinero.

Es, como explica José Manuel «Gizmo», como si intentas montar una maqueta cuyas piezas no encajan bien y aprietas y aprietas para hacerlas encajar.

Estas dificultades en el encaje fino de las piezas son una consecuencia bien entendida de la fabricación en fibra de carbono y precisamente por eso se usan suplementos para rellenar estos huecos, suplementos que pueden ser líquidos o sólidos. Si el relleno se realiza correctamente las fuerzas se transmiten adecuadamente y no pasa nada; todo funciona como debe.

Pero si no las pones porque haces fuerza para que no se vean en cuanto esa fuerza ya no está presente esos huecos reaparecen. Y con ellos las cargas a las que se ve sometido el fuselaje no son las esperadas. Para el señor Salephour esto, con el tiempo, puede llevar al fallo estructural de esos fuselajes.

Un 787 durante su ensamblado – Boeing
Un 787 en pleno proceso de ensamblado – Boeing

Boeing, por supuesto, niega que esto sea un problema. O al menos que lo sea a corto plazo, pues alega que estos esfuerzos no previstos nunca van a ser un problema durante la vida útil de un 787; que el fuselaje va a aguantar sin problemas mucho más allá de lo que tiene que durar un avión.

Salehpour dice también que durante el taladrado de los orificios de fijación en las uniones de las secciones del fuselaje, Boeing supuso que, debido a la fuerza aplicada no había ningún hueco en el que pudieran caer restos. Bajo esa asunción no es necesario separar las piezas después de haber hecho los taladros para limpiar la zona y alisar los bordes de los orificios. Pero según cifras de la propia Boeing en realidad hasta un 80 % de los orificios hay presentes restos. De nuevo es algo que él cree que puede afectar a la larga a la durabilidad del fuselaje del 787.

Y por si esto fuera poco Salephour descubrió que en el ensamblado del 777, línea a la que fue enviado como castigo, las cosas tampoco van mucho mejor. Dice haber visto personas saltando sobre las chapas que forman el fuselaje para conseguir encajar unas secciones con otras.

Todas estas alegaciones están siendo estudiadas por la Administración Federal de Aviación (FAA) de los Estados Unidos. Y es de esperar que se lo tomen muy en serio tras su papelón con el 737 MAX. Salehpour intervendrá la próxima semana en una audiencia del Senado convocada por el senador Richard Blumenthal «para examinar la quebrantada cultura de seguridad de Boeing, centrándose en testimonios de primera mano.»

En cualquier caso, es un nuevo varapalo para Boeing, que en los últimos años no levanta cabeza a causa de sucesivos problemas de calidad de sus aviones, algo que recientemente le ha costado sus puestos a la cúpula directiva de la empresa.

(Algunos datos vía The New York Times y The Seattle Times).

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