El neurocientífico cuyos sueños destruyó la guerra

Exiliado de Siria

Talal Al-Mayhani tuvo que huir del conflicto sirio dejando atrás un proyecto de investigación sobre el cáncer, pionero en el país

Horizontal

Talal Al-Mayhani vive y trabaja desde hace cinco meses en Reino Unido. El mes pasado acudió a Barcelona por un congreso

Elsa Velasco

Hace cinco años, Talal Al-Mayhani abandonó Siria. Atrás dejó su hogar, su familia, su hospital y su laboratorio. Hoy Alepo, su ciudad natal, es escombros. Al igual que su sueño de convertir Siria en un país científicamente competente.

Al-Mayhani vive ahora en el Reino Unido. Es investigador de la Universidad de Cambridge, donde estudia el glioblastoma, un tipo de tumor cerebral letal, y recientemente también el ictus. La investigación y la práctica clínica, en el National Hospital for Neurology and Neurosurgery de Londres, ocupan prácticamente todo su tiempo. “No tengo vacaciones ni fines de semana. No lo necesito”, explica a Big Vang. De las pocas horas libres que le quedan, gran parte las dedica a despertar conciencias sobre la guerra de Siria. Ese objetivo lo trajo a Barcelona el pasado mes, invitado por el primer congreso para neurocientíficos jóvenes de la ciudad, con quienes compartió su historia personal.

“Desde que estudiaba medicina en Siria, soñaba con investigar”, recuerda. “La innovación, la imaginación, siempre me han apasionado”. Era la década del 2000, y en aquel entonces la ciencia en Siria prácticamente no existía. Así que Talal Al-Mayhani hizo las maletas y se fue a Cambridge por primera vez, becado por su país, para hacer un doctorado en neurociencia y formarse como científico. “Fue una experiencia muy enriquecedora”.

Desde que estudiaba medicina en Siria, soñaba con investigar”

Talal Al-Mayhani

De vuelta en Siria, en 2009, Al-Mayhani empezó a construir la primera unidad de investigación del cáncer del país, junto con otros investigadores de Alepo y Cambridge. “Queríamos unir la práctica clínica con la ciencia básica”. El plan era tomar muestras de pacientes de cáncer que acudieran a los hospitales de Alepo y analizarlas en el laboratorio, con la meta de elaborar una guía terapéutica en función de las características de los tumores.

La idea tuvo muy buena acogida entre los estudiantes de medicina de Alepo. “Recibí entre 100 y 150 solicitudes para participar en el proyecto. Los estudiantes tenían tantas ganas de investigar...”, se maravilla Al-Mayhani. La unidad, con un equipo final de 20 personas, se convirtió en el primer laboratorio de investigación de Siria; iba a ser un ejemplo a seguir en todo el país. Se puso finalmente en marcha en enero de 2011, pocos meses antes de que estallara el conflicto sirio.

Horizontal

Talal Al-Mayhani compartió su historia con los asistentes al Barcelona Young Neuroscientists Symposium

Juanjo Martínez García

En aquella época, mientras parecía que sus sueños se empezaban a hacer realidad, Al-Mayhani descubrió que tenía un interés oculto en la política. Hasta entonces, un político en Siria no tenía muchas opciones, más allá de unirse al partido de Bashar Al-Assad y convertirse “en uno de esos miembros que ni siquiera piensan por sí mismos”, critica el médico investigador. “Tienen que decir siempre que sí, no hay innovación; el partido lo controla todo”. Con las protestas de la primavera árabe, Al-Mayhani vio una oportunidad para cambiar las cosas, y se unió al embrión de un nuevo partido político. Sabía que podía ser peligroso, pero tenía esperanzas. “Nuestros padres estaban en contra de nosotros. Su generación había vivido la brutalidad del régimen en los ochenta, estaban dominados por el miedo”.

“Fuimos muy ingenuos, yo incluido. Pensábamos que, aunque al principio se negara, el régimen terminaría haciendo caso a los protestantes”. No fue así: el gobierno no tardó en mandar al ejército para aplastar las manifestaciones. “No vacilaron en tirar bombas a su propia gente. Les daba igual”, denuncia Al-Mayhani, su rostro afable alterado por la consternación.

Cuando comenzó la primavera árabe, Al-Mayhani vio una oportunidad para mejorar Siria. “Fuimos unos ingenuos”, reconoce

Para entonces, ya estaba en la lista negra del régimen. “Tuve que dejar Siria por mi propia seguridad”. Por suerte, conservaba contactos en Cambridge, y tenía el visado para el Reino Unido en regla. “Tuve muchísima suerte”. De la huida de Siria prefiere no hablar. “Es una parte extraña de la historia. Pero fue bien”.

A pesar de que lo tuvo mucho más fácil que otros refugiados, Al-Mayhani reconoce fue una experiencia muy dura. “Cuando llegué al Reino Unido, estaba enganchado a las noticias”. Esperaba con ansias la resolución del conflicto, el momento de regresar a casa que nunca llegaba. Esa inquietud afectó a su trabajo como investigador, que intentaba retomar en Cambridge.

No vacilaron en tirar bombas a su propia gente. Les daba igual”

Talal Al-Mayhani

Pero la situación fue mucho peor para los que se quedaron en Alepo. La unidad de investigación del cáncer que Al-Mayhani había ayudado a fundar duró unos seis meses. Muchos de los investigadores líderes habían dejado el país, al igual que él; cuatro de sus estudiantes habían sido arrestados. “Por suerte los dejaron ir después de un par de meses, pero puedes imaginar el susto... Hablo de estudiantes que pasaban su vida estudiando y esforzándose para ser buenos médicos”. Los que quedaban temían contactar a sus compañeros exiliados por miedo de ponerse en riesgo.

Cuando la guerra llegó a Alepo, el proyecto se derrumbó definitivamente. Los pacientes de las áreas rurales dejaron de poder acudir al hospital. Buena parte del personal médico huyó del país. La gente ya no iba al hospital por cáncer, sino por heridas de bala, cortes y traumatismos. Al final, incluso el agua y la electricidad empezaron a faltar, con lo que ni siquiera se podían practicar operaciones.

Horizontal

Edificios destruidos en un distrito industrial de Alepo, el pasado 5 de julio

Joseph Eid / AFP

“Me rompió el corazón perder nuestro proyecto”, confiesa Al-Mayhani. “No porque estuviera bien consolidado, sino porque era la culminación de un largo sueño. Llevaba diez años de mi vida esforzándome para investigar en la Universidad de Alepo, desde que era un estudiante de medicina allí. Acabábamos de construir un proyecto pionero, insólito en Siria; lo habíamos conseguido, y justo entonces lo perdimos”.

Ahora, en el Reino Unido, Al-Mayhani lucha por reconstruir sus sueños. Cuando llegó, le quedaban un par de años para acabar su formación clínica. Pensaba que volvería pronto a Siria, donde podría terminarla y ejercer al fin como doctor. Para poder hacerlo en el Reino Unido, tenía que volver a empezar de cero. Pero el conflicto lleva ya seis años y no termina –Al-Mayhani encuentra “patético” que la comunidad internacional no sea capaz de detenerlo—, así que ha decidido dejar de esperar.

Acabábamos de construir un proyecto pionero, insólito en Siria; lo habíamos conseguido, y justo entonces lo perdimos. Me rompió el corazón”

Talal Al-Mayhani

Desde principios de este año combina la actividad como investigador con la formación médica, sacrificando fines de semana, vacaciones y hasta horas de sueño. También ha dicho adiós a la política temporalmente. “Ahora Siria no es un lugar para la política. Es un lugar de conflicto, violencia, extremismo y brutalidad. Pienso que seré de más ayuda a mi país convirtiéndome en buen médico y buen científico. Y, aunque a Siria le hace más falta que al Reino Unido, aquí también estoy ayudando a personas necesitadas”.

Al-Mayhani defiende que cualquier científico refugiado puede aportar un gran valor al país que lo acoge, si se le da la oportunidad de trabajar. “Da igual si eres sirio o no. En ciencia, son tus capacidades las que determinan tus contribuciones”. Aun así, en los casos menos afortunados que él, que no tuvieran contactos fuera de Siria, encontrar trabajo como investigador puede ser mucho más difícil. “En ciencia hay mucha competición, y un refugiado cuya carrera se ha interrumpido está en desventaja”.

A pesar de las dificultades y el dolor que le ha infligido su propia patria, Talal Al-Mayhani sigue deseando regresar a Siria para retomar allí su vida y sus sueños. “Aunque eso es lo que digo ahora; no sé qué pasará dentro de cinco o diez años”. Cuando la guerra termine, habrá que reconstruir el país. Y ahí Al-Mayhani ve una oportunidad. “Cuando levantemos la nueva Siria, cuando nos centremos en construir calles, hospitales, un buen sistema sanitario, universidades... no debemos olvidarnos de la investigación. Debemos dar prioridad a la ciencia”.

Da igual si eres sirio o no. En ciencia, son tus capacidades las que determinan tus contribuciones”

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...