Y crecen mis temores como una enredadera. Y me dicen que me calle, que no mire, que no sienta, y me dicen que no bese, y me dicen ¡No te atrevas! y me dicen que no vaya, que no grite, que me duerma y me dicen que no respire, y me dicen ¡hoy no vuelas! Pero en las ramas de mis miedos, a veces crecen flores, flores de emoción, de curiosidad, flores verdes y amarillas, flores de síes, hechas a mano, flores bellas y aguerridas, flores de amor, de correr descalzo sin miedo a las espinas. Hago una marca entre mis dos mundos para saber donde empiezan, para saber si son tus brazos o serpientes los que me besan. Hago una marca entre mis dos mundos, para saber donde terminan, para saber, si son de verdad tus labios, esos que me miran, para saber, que no estoy volviendo a la mazmorra cuando creo ver la salida. Delante de mí, destellos de presente difuminado, que sueñan ser colores. Y ahí respiro mis emociones, y ahí pongo mi alma, y ahí pinto mis ojos, y ahí transformo mis dramas y ahí siento mi compasión, y ya no deja que me vaya. Y ya no son más frágiles destellos, ya son inmensos colores que riegan de abundancia lo que soy, que riegan de abundancia todas mis flores. Javier Simón Exquerro

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