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¿Por qué es tan adictivo explotar las burbujas del plástico de embalar?

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Es curioso que una actividad tan aparentemente simple y “aburrida” desde un punto de vista racional como explotar burbujas en un plástico de embalar pueda resultar en cambio tan extrañamente adictiva. No es el único ejemplo: quebrar superficies heladas o juegos como Cookie Clicker tienen mecanismos parecidos ¿Por qué ocurre?

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La realidad es que la ciencia todavía no se ha puesto 100% de acuerdo pero hay algunas pistas que permiten hacerse una idea relativamente acertada acerca de por qué sucecede. Para empezar, no hay una única causa, sino un buen conjunto de ellas, y la realidad es que los mismos principios que lo hacen tan adictivo están presentes en otros momentos de nuestra vida diaria y son mucho más comunes de lo que pensamos.

Por ejemplo, cuando pulsamos el botón para esperar al ascensor, este normalmente se enciende con algún tipo de luz o indicador y emite un sonido. Ocurre algo parecido con el ding que anuncia la llegada del mismo justo antes de que se abra la puerta. Este ciclo tan corto de “acción-reacción” genera un torrente de satisfacción psicológica. Esa satisfacción tiene varias causas a nivel cerebral, algunas de las cuales han sido bien estudiadas incluso dentro del ámbito educativo, como el principio de inmediatez.

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El principio de inmediatez indica que la sensación de recompensa por parte del cerebro es mayor cuanto más inmediata es la respuesta. Cuando quebramos la superficie de un charco helado o explotamos una burbuja el tiempo de espera desde que realizamos la acción hasta que recibimos el estímulo prácticamente no existe, es inmediato.

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Otro principio, llamado de satisfacción, implica que el cerebro siempre está buscando, o agradeciendo, todo tipo de estímulo satisfactorio. Es el que ocurre, por ejemplo, en un Sudoku, cada vez que encontramos un número que encaja se produce una satisfacción a nivel interno que nos motiva a buscar el siguiente para que vuelva a repetirse. Y así en ciclo.

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Y por último, también influye la relación entre la acción y la recompensa. La energía, tiempo e inversión que requiere hacer estallar una sola burbuja es mínima. Es el mismo mecanismo que impulsa algunas personas a estallar los granos del acné (incluso aunque lo encuentren asqueroso), una simple acción tiene una explosión (escogí la palabra aposta) como consecuencia.

Ni siquiera es necesario ir a campos tan dermatológicos. Cada vez que alguien coge un bazoka en GTA y se pone a explotar coches y camiones mientras todo hace BOOM, BOOM, BOOM la relación entre acción > consecuencia > satisfacción es muy parecida. Poco esfuerzo, mucho resultado. Algunos títulos como Just Cause se basan particularmente en este fenómeno. Y ya sea el boom, el pop o el click, click, click también hay algo particularmente adictivo entre el feedback que obtenemos como respuesta.

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A nivel genético, y no psicológicos, hay unos genes llamados HOXB8 presentes en el ser humano desde los tiempos de los primates (y que también se encuentran en chimpancés, por ejemplo) que están implicados en tareas como el aseo, tanto personal como mutuo. Quitarse piojos o insectos, acicalarse o realizar tareas repetitivas (ahí la clave) para la higiene personal genera el mismo tipo de satisfacción a nivel cerebral, lo que ha conducido a denominarlo como el Bubble Wrap Gene.

La próxima vez que explotes sin poder parar burbujas de papel en un plástico de papel de embalar, piensa que podrías estar haciendo explosionar Los Santos. Y, mientras tanto, por aqu dejo el Cookie Clicker. No me culpes.

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Imagen: ajt/Shutterstock

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