A 400 años luz de la Tierra, el sistema IRAS 16293-2422 alberga múltiples estrellas jóvenes, muy similares al Sol en el comienzo de su vida. La región, ubicada en la constelación de Ofiuco, ha sido una auténtica caja de sorpresas para los astrónomos que la han estudiado. Hace cinco años, un equipo de investigadores logró detectar azúcar en este sistema. Pero IRAS 16293-2422 guardaba aún más descubrimientos inesperados.

Un equipo internacional de científicos ha descubierto rastros de isocianato de metilo o metil-isocianato (CH3NCO), un compuesto químico básico para la vida. El hallazgo, que ha sido posible gracias al uso del telescopio ALMA, ha permitido describir por primera vez la existencia de este tipo de moléculas prebióticas en el gas caliente que rodea a protoestrellas de tipo solar, el tipo de estrellas a partir de la cual evolucionó el sistema solar. Sus resultados han sido publicados hoy en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.

"Esta familia de moléculas orgánicas está implicada en la síntesis de péptidos y aminoácidos, que, en forma de proteínas, son la base biológica para la vida tal y como la conocemos", explican Niels Ligterink y Audrey Coutens, investigadores del Observatorio de Leiden (Países Bajos) y del University College London (Reino Unido). En particular, el metil-isocianato juega un papel clave en la formación de los enlaces peptídicos entre diferentes aminoácidos, uno de los "bloques químicos" esenciales para el desarrollo de la vida.

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Crédito: ESO/L. Calçada

La Tierra y el resto del planetas del sistema solar se crearon a partir del material generado tras la formación del Sol, por lo que analizar este tipo de sistemas estelares nos permite comprender un poco mejor cómo se originó nuestro sistema solar y cuál es el origen de la vida. El uso del telescopio ALMA ha permitido hallar diferentes 'huellas químicas' de esta molécula orgánica compleja en el sistema IRAS 16293-2422. Posteriormente, refinaron sus observaciones con modelizaciones por ordenador y experimentos de laboratorio. El trabajo ha permitido no solo detectar un compuesto precursor de la vida, sino también conocer cómo se forma el isocianato de metilo.

Los astrónomos han determinado que esta molécula prebiótica puede formarse sobre partículas heladas bajo condiciones muy frías, como las que ocurren en el espacio interestelar. Esto sugiere que este tipo de 'ladrillos' necesarios para la vida podrían estar en más estrellas jóvenes de tipo solar, como las que se encuentran a 400 años luz de la Tierra. "Contamos con otra pieza del rompecabezas que nos ayudará a comprender cómo surgió la vida en nuestro planeta", aseguran Rafael Martín-Doménech y Víctor M. Rivilla, del Centro de Astrobiología (España) y del INAF-Observatorio Astrofísico de Arcetri (Italia). Un resultado que nos acerca un poco más a resolver una de las grandes incógnitas pendientes para la ciencia.

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